De nuevo, y como cada año, aunque con la misma emotividad, orgullo, y buenos deseos, despedimos a nuestros alumnos de 2º de Bachillerato. Como ayer apuntaban ellos mismos en su discurso de graduación, han sido años de duro trabajo, no sin recompensa. Al esfuerzo le acompañó el placer del crecimiento personal y del descubrimiento, le acompañó la amistad de sus compañeros y el cariño y vigilancia de sus profesores, aquellos que ayer os miraban con la plácida convicción del que termina un trabajo bien hecho.

Durante las últimas semanas bien es cierto que os hemos visto sufrir. A primera vista no daban ganas de cambiarse por vosotros: nerviosos, sudorosos, erráticos, titubeantes, calculadora o lápiz en mano, labios murmurantes haciendo acopio de la lección aprendida, y sin embargo, al menos al que escribe, se le antojaban celos, envidia sana… Ya que os acontece la inmensidad y la incertidumbre de las casi infinitas posibilidades, en un escenario nunca antes tan variopinto, lunático y accesible como es el mundo en el que os ha tocado vivir y del que ahora sois responsables.

Pero sobre todo, la envidia nace de recordar lo fácil y frecuente que era, cuando se es como vosotros, tener agujetas en la tripa de reír, algo que con el tiempo y la madurez muchos sufren de perder. Esforzaros por conservar este talento mientras seguís creciendo en el camino a comeros el mundo, sin que el mundo os coma a vosotros.

Buen viaje.